Aquellos amantes no volverán a
juntar su piel. Ellos son conscientes y no les queda más que perder. Mirada
turbia los delata, palabras necias de sus bocas encienden aire malgastando
llama. Agotando sus horas que ya son pocas. Porque los cuentos no son como los
de hadas, ni el alma valiente que en ellos se plasma. Los que quieren dan su
esperanza por congelada, robado el ambiente pueril de los besos de amor que
antes se daban.
¡Oh!, grandioso lecho donde descanso mi pecho. ¡Oh!, ligero colchón donde duerme mi canción. Sobre tu fino cuerpo recorre una pequeña brisa de aire que me hace descansar. ¡Oh!, mi señora cama. ¡Oh!, mi dulce hogar. No puedo despertar una vez dentro. ¡Oh!, mi gran amada, caigo en ti como muerto en guerra. No me puedo despegar de esa llama que hace arder mi corazón. ¿Qué disparas hacia mí con tanta pasión? Es solo un juego de palabras del que no puedo escapar. Me atormenta la idea de abandonarte. Un dulce jugo recorre mis insensibles dientes para brotar en mí. El valor se funde con el bochorno de la calle y las mentiras no suenan en mi cabeza. ¡Oh!, complaciente señora, déjame no despertar sino seguir durmiendo, para una vez dentro poder morir a tu lado. En tu suave almohada se desploma mi pesada mirada, cerrada por las cortinas del alma. En ti es donde puedo hacerlo. En ti puedo respirar. Respirar lo que en la más alta de las montañas no puedo. Entra en mis pulmones el dócil aire para
Triste y bonito, no puede uno dejar q se le vaya la Alegría. Hay q aferrarse a los "ambientes pueriles" con uñas, dientes, con visceralidad... Bravo por lo q escribes, Darío.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. La alegría siempre será la gasolina de los corazones valientes ☺️
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