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Mostrando entradas de julio, 2018

ENSIMISMADO

Ensimismado vuelvo a abrir el armario donde guardé la tinta con la que escribo. Lleno de rabia y arrepío intento sumergir mis penas en alcohol. El ansia del desconocimiento, el ansia del querer saber… Y otra vez sentimientos de culpa que no debo cargar. Tal es la dejadez… tal es la vida que quiero lejos, tal es el negro atardecer. El miedo a la noche, a la locura. Evado palidez reprendiendo mis soleadas cuyas toscas mantas agobian mi timidez. Un don, un sacrificio anulando un perdón, rogando el desengaño. Esa mole de humo seco que nubla mi harén, y descansan la hipocresía y la inmadurez. Ese grito apuntando bajo salpicando olas de fraternidad. Paz. Insólita paz. Culpa y culpa es la pulpa de mi embriaguez, anhelo sentirme lejos o no encontrarle un porqué. Paro. Paro ya sin derramar más sangre, y guardo el odio y la desconfianza en mí mismo para fundirme con el viento y los tejidos mi cuaderno.

UNA VIDA

El abandono, una pintada de un olvido. Una sombra rota de una foto velada, una sorpresa. El desengaño de pesadillas necesario para salir de los dulces sueños. Un suelo junto a un mandamiento. —Mira, un hada que me acompaña. Un corazón de hierro y de miel una espada—. Acorde con la luna la creación de una cerveza, el jugo de tus plumas y el vaivén de mi cabeza. Un silencio, silbando canciones de tristeza y pena, un helado de fantasía que recorre por mis venas, lo que un día fuese el escape a mi condena. Al final empiezo por el principio de Arquímedes, un corazón ahogado en llanto aumenta su volumen de sangre derramada…   Una vela que se apaga en la desazón de una mina vacía, un desespero, una alegría. Cantando suaves mentiras y una cortina que todo cubría. Un velo incendiado por la fogosidad de una persona, el deseo de amar y la condición desproporcionada, lo que distingue la vida excretada de un beso que apenas apasiona…

EL ESPEJO

Mirando y deseando en el espejo. El mundo para cuando se trata de odiar. Esas puñaladas que dan tu mirada a tu peor versión de ti mismo. Las arrugas vienen quitándonos el tiempo para ser felices. La meta está en quitarse la careta que nos hace diferentes a nosotros. Ajeno me despeño fusilando espacio en el cuaderno. No puedo más que negarme a ser yo vuestro. Soy mío. En el campo de las flores también hay rosas que visten arapos poco comunes, que las tachan de princesas, de la calle. Delirando por sentir falsos colores que nos hacen que la vida sea más perra, nos colocan en la envidia y somos peces en la arena, sin respirar.

EL HAMBRE QUE PASA EL FIAMBRE

Cuánta guerra y cuánta maldad, yo miro todo este infierno bajo mi sombrero. Cuánta hambre y cuánta vanidad, me escondo raudo en mi cuarto y doy paso al llorar. Bajo el toldo del bar de la esquina, en la silla más tímida pensar, ignorando el negro silencio como gallinas al campear. Hoy es de luto el cielo negro, como agujeros en el estómago de sus niños. Como cuentos que se leen por la noche, alejándolos de los malos sueños. Pero ni son tan malos ni tan buenos, ni tal plato ni tal bocado comerán sus boquitas siendo pasto de esta sociedad donde los han arrastrado. Mirarán sus fauces arriba y sus voces harán sonar, pero sus sueños serán pisados, enterrados con mucha crueldad.