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PERDERME


Me perdí, me perdí, me perdí. Me perdí por las noches buscándome en los bares. Y sufrí y reí y sufrí... por haberte dado tanto y ahora no tener nada que darte.

Las costuras te hacen dura la piel y los herrores te hacen duro el corazón. Te aniquila el hecho de saber que la vida no es un cuento de hadas pero sí un ha de haber cuentos. Tu compromiso está a la vuelta de la esquina, y los mendigos te lo cuidan, pero solo por un tiempo limitado. Solo soy libre un tiempo, solo soy yo cuando lloro, ser feliz es una duda al momento, y después de una mirada y un quejío vuelves al mismo, sitio, al mismo desierto, de aires cristalinos y mucha soledad, soledad que a los campos atañe y lloviendo hacia arriba estruja tu cuerpo y lo esnuca contra el suelo, de una vida que no quieres, y ese es el castigo. Pagar por ello por estar muerto, por no sentir que pudiste cambiar y debiste hacerlo, que lo que había a tu lado eran flores amarillas que te recuerdan a cada momento lo que tienes, tus amigos, lo que llevas dentro. Me perdí en los bares y muchas son las noches en que te buscaba donde no encontrarte...

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Ansiedad, te siento dentro cada una de estas noches en las que vuelvo a la vida. Haces que me aleje y que rompa en mil lamentos. Estremeces mi columna y me revientas cuando acierto. Llenas mis dedos de nervios que hacen que no sepan estarse quietos. Busco la salida y a medida que pasa el tiempo vuelvo a clamar a la bebida. Una solución nada certera y que con certeza hará que pronto ya no florezca, mi alma. Ansiedad. Entras y sales de mi tiempo como un cuchillo que se clava lento. Siento cómo desgarras la piel extrayendo el objeto con el que tan a gusto me siento. Enfermo y bebo y entonces creo y no de creer si no de crear, atisbos de escasa esperanza que le restan los minutos a mis horas y son la causa de que alguien cuando lee diga: "mira, ese niño cómo llora". Así que ansiada de no compartir ratos contigo, asquerosa y a la vez casi hermosa, ansiedad, no vuelvas por aquí por mucho tiempo, ya que el niño este que llora va contándoselo al viento, apenas le quedan fuerzas y pro

PAPÁ

Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte.  A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P

ME MATARÉ

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