Me mataré. Aunque fuerte y brusco el yugo aguante, me reventaré. Aunque
de no salir son noches que me acompañes. Y siempre estarás ahí, pues me siento
libre por conocerte. Y ya estallaré, cuando me toque venir a verte y crea la
gente que te conoce y me miente y me dice que te siente y es, el sonido que
perturba el ambiente, de ligeros cascabeles que hacen que el velo pese menos y
que sentir y soñar sean dos cosas con un mismo centro. Aunque diferentes. Y que
fingir se nos ha olvidado y miro abril y miro a ella y a todas otras. Y me voy.
Así.
Ansiedad, te siento dentro cada una de estas noches en las que vuelvo a la vida. Haces que me aleje y que rompa en mil lamentos. Estremeces mi columna y me revientas cuando acierto. Llenas mis dedos de nervios que hacen que no sepan estarse quietos. Busco la salida y a medida que pasa el tiempo vuelvo a clamar a la bebida. Una solución nada certera y que con certeza hará que pronto ya no florezca, mi alma. Ansiedad. Entras y sales de mi tiempo como un cuchillo que se clava lento. Siento cómo desgarras la piel extrayendo el objeto con el que tan a gusto me siento. Enfermo y bebo y entonces creo y no de creer si no de crear, atisbos de escasa esperanza que le restan los minutos a mis horas y son la causa de que alguien cuando lee diga: "mira, ese niño cómo llora". Así que ansiada de no compartir ratos contigo, asquerosa y a la vez casi hermosa, ansiedad, no vuelvas por aquí por mucho tiempo, ya que el niño este que llora va contándoselo al viento, apenas le quedan fuerzas y pro
Me iré diluyendo en los aromas de los pasos que laten mi sangre, envuelto del silencio preñando los pañuelos ajados. Me iré un día cualquiera y las fuentes darán precipitaciones a las tres de la tarde. Entre deseos y olvidos, alivios y congojas marcharé al otro lado donde esperan mis abuelos. Nacerá un árbol de esta demolición programada.
ResponderEliminar