Me mataré. Aunque fuerte y brusco el yugo aguante, me reventaré. Aunque
de no salir son noches que me acompañes. Y siempre estarás ahí, pues me siento
libre por conocerte. Y ya estallaré, cuando me toque venir a verte y crea la
gente que te conoce y me miente y me dice que te siente y es, el sonido que
perturba el ambiente, de ligeros cascabeles que hacen que el velo pese menos y
que sentir y soñar sean dos cosas con un mismo centro. Aunque diferentes. Y que
fingir se nos ha olvidado y miro abril y miro a ella y a todas otras. Y me voy.
Así.
Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte. A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P
Me iré diluyendo en los aromas de los pasos que laten mi sangre, envuelto del silencio preñando los pañuelos ajados. Me iré un día cualquiera y las fuentes darán precipitaciones a las tres de la tarde. Entre deseos y olvidos, alivios y congojas marcharé al otro lado donde esperan mis abuelos. Nacerá un árbol de esta demolición programada.
ResponderEliminar