Que la noche se acabe, que se
escondan las estrellas, que me oculten el otoño, al llegar la primavera. Que de
mis ojos tristes, son cansadas lágrimas capaces, de dormir en invierno y
resisten, a lo que más falta les hace. En mi llanto y mi locura, en mi alma y
en mi voz. En un cuarto que esté a oscuras, embriagándome de ron. Por no estar
no estoy seguro, que te juro por amor, te conservo como un lujo, del que hambre
tengo atroz. A dos en la soledad más triste, adiós en la vanidad persiste. Un
recuerdo que me viste, y un llorar calma mi ardor. Y tanto despacio como con
brisa, la prisa rómpeme una flor, en el valle se divisa, que odio tanto como un
dios. Y es que no puedo sino escribir, tal cual palabras surgen de mis
adentros, en mi estúpida vida vivir, lo que por fingir han sido sueños.
Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte. A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P
me encanta
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