Puedo morir y sentir que todo vuelve de nuevo a surgir. Como dos niños
que se enamoran. Como un árbol que enraíza la tierra que le hace crecer. Como
un drogadicto que sabe que no la necesita pero que le encanta. Como un pájaro
que canta y prefiere no respirar. Como una estela que la desgana deja al pasar.
Como un eco de gemidos destrozando un paladar. Una mañana de otoño que al
verano hace cesar. Un susurro verdadero que amenaza subyugar, lo que por
derecho ha sido suyo y lo que es suyo es por azar. En el jardín de unos besos
que antes eran para alzar. Una mata de su pelo me permite despertar. Un
silencio de su cuello el cual quiero desangrar con mordiscos tan certeros que
sus miedos deje atrás. Tan probables que los sueños nos inciten a soñar. Y que
griten mis adentros ¡solo quiero libertad!
Ansiedad, te siento dentro cada una de estas noches en las que vuelvo a la vida. Haces que me aleje y que rompa en mil lamentos. Estremeces mi columna y me revientas cuando acierto. Llenas mis dedos de nervios que hacen que no sepan estarse quietos. Busco la salida y a medida que pasa el tiempo vuelvo a clamar a la bebida. Una solución nada certera y que con certeza hará que pronto ya no florezca, mi alma. Ansiedad. Entras y sales de mi tiempo como un cuchillo que se clava lento. Siento cómo desgarras la piel extrayendo el objeto con el que tan a gusto me siento. Enfermo y bebo y entonces creo y no de creer si no de crear, atisbos de escasa esperanza que le restan los minutos a mis horas y son la causa de que alguien cuando lee diga: "mira, ese niño cómo llora". Así que ansiada de no compartir ratos contigo, asquerosa y a la vez casi hermosa, ansiedad, no vuelvas por aquí por mucho tiempo, ya que el niño este que llora va contándoselo al viento, apenas le quedan fuerzas y pro
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