Cómo saber si soy tu esclavo, cómo si
es mío lo vivido. Cómo aprender de amargos tragos, cómo, si ya no es mío tu
cariño. Cómo aprender de los errores, eludir a las serpientes que me aprietan
la garganta, las razones y los topes que le encuentro yo a mi cama, por la
noche. Cuando esté dormido espero que vengas a verme, apenas hablemos. Lluevan
gotas de cariño mientras nuestros cuerpos se destrocen, y si eso, susurremos. Que
me digas con tus gestos -no puedo seguir así-, pero dentro de ese sueño me
despierte la codicia y me haga ver que no deliro, vida misma. Entonces me
pellizcan la soledad y las ganas de ser salvaje, y me llevan a este mundo donde
sé que no te tengo. Donde sé que sólo espero. Donde soy mero escribano
rellenando hojas de un cuento. No quiero el protagonista, no quiero sufrir más,
quiero ser el escritor para engañar con falsos textos. Que se piensen los demás
que no quiero seguir sufriendo, pero cuando me revelo quemo al fuego, estoy
ardiendo.
Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte. A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P
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