Qué bonita es la libertad. El
saber uno mismo que puede actuar sin consecuencias. Al fin y al cabo lo que nos
salvará de este mundo es el pensamiento. Cuando sabes pensar, sabes cómo tienes
que tratar a la gente, las cosas que tienes que hacer para conseguir algo.
Pensar es llegar a un fin. A veces la gente se pregunta cosas tan absurdas como
¿Qué es lo que quiero? Muy pocas personas lo saben. Yo de las cosas que sé es
que me gusta mucho escribir, aunque no sirva de nada me relaja. Es el momento
del día en que ocurre todo lo que me gusta, si quiero que pase el tiempo, si
quiero tranquilizarme, si quiero sentirme bien. Se podría decir que soy feliz
cuando escribo. Si estoy triste, escribo algo triste y me consuelo, si estoy
feliz, o no escribo o lo hago por hacer.
¡Oh!, grandioso lecho donde descanso mi pecho. ¡Oh!, ligero colchón donde duerme mi canción. Sobre tu fino cuerpo recorre una pequeña brisa de aire que me hace descansar. ¡Oh!, mi señora cama. ¡Oh!, mi dulce hogar. No puedo despertar una vez dentro. ¡Oh!, mi gran amada, caigo en ti como muerto en guerra. No me puedo despegar de esa llama que hace arder mi corazón. ¿Qué disparas hacia mí con tanta pasión? Es solo un juego de palabras del que no puedo escapar. Me atormenta la idea de abandonarte. Un dulce jugo recorre mis insensibles dientes para brotar en mí. El valor se funde con el bochorno de la calle y las mentiras no suenan en mi cabeza. ¡Oh!, complaciente señora, déjame no despertar sino seguir durmiendo, para una vez dentro poder morir a tu lado. En tu suave almohada se desploma mi pesada mirada, cerrada por las cortinas del alma. En ti es donde puedo hacerlo. En ti puedo respirar. Respirar lo que en la más alta de las montañas no puedo. Entra en mis pulmones el dócil aire para
Ahí estamos Darío. Escribimos para actualizar repeticiones. Un abrazo.
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