Huelo el aroma fuerte, pajarillos
en mi alcoba. Vuela el romero verde, entra el viento y se acomoda. En mi cama
vuelve a estar, es el frío que acongoja. El temor a la verdad, de barro mancha
mi alforja. El hombre viejo en la sierra, cabalga desesperado. Una vez
arrodillado, clava su espada en la tierra. Falto por estar maduro. Hay algo que
me atormenta, que falto por estar maduro. Aunque la noche calienta, solo puedo
estar seguro, que es la muerte del que piensa. El tronco del árbol truena, la
luz del aire despierta. Del cielo llueve la arena, cruza el camino y cementa.
Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte. A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P
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