Hoy seduzco a la alegría con mi
poesía. Hoy cae la amargura. Se estanca el tedio en el río de tinta que
desplomo sobre el papel. Mis andares son hoy bravos, enternecedores y fieros.
Rompo las piedras al caminar sobre ellas. Mis pisadas parecen rechazar la invitación
del suelo a hibernar en él. Hoy se va todo lo que se llama vagancia. El latido
de mi corazón me rompe el pecho de ímpetu, de regocijo. No deja espacio para la
pena. Hoy elimina el sol la sombra con sus largos y agudos rayos. Son rayos que
queman, queman el odio y la enemistad. Hoy se dice que es un día feliz. Donde
no hay lugar para el cansancio ni la monotonía. Donde sólo está la luz y sólo
hay alegría. Sólo luz, sólo alegría.
Levantarme un día y echarte tanto de menos. Pensar que un llanto no va a cambiar nada. Lo que tuve es lo que puedo recordar, una imagen, sólo un abrazo y daría quince años de mi vida... Una lágrima vale más que todo. Impotencia quizás, no lo sé. Aquí abajo echándote en falta con lo que me gustaría que tú pudieras estar besándome. Todo, todo es superfluo comparado con la importancia de tenerte. A mis veintitrés años no entiendo todavía el dolor de la pérdida de un ser querido. Ese extraño sentimiento que sólo a veces me atormenta. Y pensar en la fuerza que me das, cuando salgo siempre de la noche arropado por tus manos. Y sentir que lo único que me importa es estar a tu lado. Tal vez por eso ya nada tenga sentido. Yo sé que soy fuerte, aunque muchas veces no lo parezca y si supieras lo que me gustaría que pudieras verlo… En esta vida todo es pasajero pero la trágica pérdida de un ser querido hace mucha mella en nuestro corazón. Bebiendo un vaso de agua me asfixio con sólo pensarlo. ¿P
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